sábado, 1 de diciembre de 2012

Editorial diciembre 2012: Copyleft y revoluciones cándidas


¿Seguro? No se yo... Foto: 917pr
Otro mes más disfrutando del mejor hard & heavy copyleft. Sin duda noviembre ha sido un mes más hard y menos heavy, así que para equilibrar el gusto de nuestros lectores, acabaremos el año metiendo más heavy metal. Ya empezamos a disfrutar de una respetable audiencia y oye, sin contar a los robots rusos spammers ni las propias entradas de la administración a manejar el cotarro. Esperamos seguir creciendo más todavía en el futuro próximo. Tenemos la radio hecha trizas. Casualidades de la vida, Mixpod, que nos servía de soporte para la radio, ha decidio chapar, así que estamos buscando el reproductor on-line alternativo más idóneo para nuestros hits copyleft. Os pedimos por eso un pelín de paciencia.

Vamos a hablar hoy -pero brevemente, que no es plan de dar el coñazo- de ideología y música, esa mezcla que, con mucha frecuencia, no es buena. Está claro que este mundo de música Creative Commons, al menos como trasfondo, constituye un movimiento fuertemente ideologizado, rompedor con el statu quo musical en lo que se refiere a modelo de negocio, y muchas veces expansivo a otras reivindicaciones extramusicales: la música copyleft aparece por tanto como una parte del movimiento más amplio de la cultura libre: música libre, literatura libre, software libre... No tenemos ningún problema con eso y de hecho nos adherimos, en general, a las actitudes críticas de esto que puede llamarse, “comunidad copyleft” (de lo contrario sería difícil explicar por qué estoy escribiendo este editorial con Libre Office Writer utilizando Linux/Ubuntu 12.04 Precise Pangolin como sistema operativo ¿o qué os creíais?).

Pese a ello, creo que es un acierto mantenernos alejados de exigencias ideológicas demasiado estrictas a la hora de juzgar a los artistas. Para empezar, con mucha frecuencia un artista que licencia sus obras con Creative Commons pretende simplemente “que la gente se descargue sus discos” sin tener por qué estar vinculado con una militancia férrea al movimiento de la cultura libre (de hecho puede no tener militancia en absoluto).

Por otra parte, creo que no es tampoco acertado que tengamos una actitud especialmente radical con nuestro “credo copyleft”: a menudo se espera que el artista que acude a Cretive Commons o sistemas similares tenga a priori un compromiso de adhesión a la “cultura libre”. Se le presupone el buenrollismo y cierto espíritu contestatario, y es entonces cuando vienen las decepciones y las críticas injustificadas.

Si os ponéis en la piel del músico, es difícil rechazar un contrato discográfico cuando viene, y un contrato discográfico exige, lamentablemente y con honrosas excepciones, pasarse al copyright. Y esto suele ocurrir a las segundas de cambio. Primer disco “en abierto”, crío cierta fama, firmo con el sello y adiós copyleft. Después de todo, no es el músico el que tiene la última palabra, es más bien la maquinaria de la industria, que no está dispuesta a renunciar a las jugosas ventas digitales conformándose con los ingresos por el negocio centrado en el ya decadente -y no precisamente por un servidor- formato físico.

Pero ojo, esa secuencia habitual, que comprendemos, no es objeción para que aquí nos quitemos el sombrero ante artistas decididamente copyleft que han decidido romper con esa dinámica, pese a los muchos inconvenientes que eso conlleva. Nos referimos a grupos ya consolidados en este movimiento que no piensan abandonarnos tan fácilmente: Daniel Bautista, Anima Adversa, Johnny B. Nasty y todos sus proyectos musicales, u otros que no son de nuestro palo pero que llevan ya un recorrido bien largo y cuya calidad musical no puede ser puesta en duda: Stormy Mondays, Pony Bravo y tantos otros. Es la constancia de estos artistas en Creative Commons la que nos da la fe y la perspectiva para seguir pensando que las licencias libres están para quedarse, que no son un mero instrumento de promoción. En el lado contrario, no hay nada que objetar a aquellos que deciden pasarse al “lado oscuro”. Música e ideología, en mi humilde opinión, nunca hicieron buenas migas... el antítodo natural como fans de esta música es no esperar demasiado compromiso del artista. Así nos llevamos una grata sorpresa cuando nos regale, año tras año y disco tras disco, su música. 

Pero esperar que los propios músicos vayan a ser catalizadores de una revolución en materia de derechos de autor, que se levanten masivamente en “armas copyleft” contra la industria para implantar la cultura libre es, sencillamente, algo cándido. Lamentablemente eso no ocurrirá. De hecho, es la piratería la que está forzando más bien un cambio en el modelo de negocio. Y no deja de ser demostrativo de las diferencias entre el negocio de la música y el del software, ya que en este último terreno las alternativas libres han tenido un potencial protagonista para "cambiar el mundo". La buena noticia es que, en el lado opuesto, la cultura libre no son ya cuatro gatos extravagantes, el movimiento es tan amplio en cantidad y en propuestas musicales que casi da vértigo. Y por eso este mes tenemos, como tendremos en los venideros, hard & heavy para dar y regalar.

Saludos de Hard & Free, Feliz Navidad y todo eso.

2 comentarios:

  1. Me quedo con esta frase, que podría ser una sintesis de toda la editorial:

    "Música e ideología, en mi humilde opinión, nunca hicieron buenas migas... el antítodo natural como fans de esta música es no esperar demasiado compromiso del artista. Así nos llevamos una grata sorpresa cuando nos regale, año tras año y disco tras disco, su música."

    Por mi parte, como músico independiente, creo que no tengo nada que perder, y mucho que ganar con Creative Commons. Así que ahí seguiremos.

    Un saludo.

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  2. Gracias por tu comentario, que además tiene más valor viniendo de un músico, que ve el tema desde dentro. La verdad es que la editorial la escribía pensando en el "consumidor" de música libre y en parte ilustra mi propio aprendizaje y actitudes por esto de la música libre. Pero tampoco cabe subestimar las ventajas que Creative Commons tiene para el artista, eso de poder compartir y acudir a librerías, álbumes de fotos virtuales y discotecas enteras con las que poder mezclar, colaborar o basarte para crear tu propia obra no tiene precio. Y por otra parte, ver lo bien montados que están algunos sellos Creative Commons, como por ejemplo Records on Ribs,es lo que hace pensar que CC no es solo cultura libre, sino un modelo de negocio creíble y profesional para los artistas.

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